Ser, por primera vez en todo el viaje, un extranjero. Alguien que no comparte la historia de nuestro pueblo, que está «del otro lado», pero que viene a conocer. Llegar a otra nación dentro de la gran nación latinoamericana y descubrirse, finalmente, otro.
Soy el otro, el otro al que alimentan, cuidan, alojan, con la esperanza de que ese intercambio que logremos sea constructivo para ambos. Con la esperanza de que yo les enseñe a usar mis herramientas, aprovechar mis conocimientos de una forma en la que ellos se sientan empoderados y no esclavos o víctimas de los nuevos medios de comunicación, de las nuevas tecnologías. Mi esperanza es poder darles un marco de referencia desde el cual pensar su inserción en este mundo y activarla operativamente con los conocimientos técnicos necesarios para hacerla, de forma que puedan difundir y expandir sus conocimientos y su cultura, para que puedan ser una nueva voz en este mundo global virtualizado en el que vivimos.
Si ellos quieren, claro.

El lugar es impresionante, la selva, el río, el colegio lleno de niños que casi no vuelven a su casa, que se educan en los conocimientos ancestrales de su cultura.

Buscan fortalecer su cultura, y están invitadno a amigos de diferentes lugares del mundo a compartir con ellos y a crecer juntos. Esta es una estrategia actual, real, concreta, de un pueblo originario en lucha por la recuperación de su cultura y su dignidad.

Realmente estoy agradecido a toda la gente que me invitó, me recibió y me ayudó para poder estar acá. Espero que nuestros objetivos se cumplan, estoy dando todo de mi para eso.