Colgador de llaves en casa de Lautaro y Yamila

Cuando llegamos de Tafí a Córdoba esperaba reencontrarme con el hermoso paisaje y alegría de los cordobeses. Nos dieron Couch unos hermanos adorables, Yamila y Lautaro. Ellos estudian comunicación y derecho, pero ambos viven de la gastronomía, como su padre, que es un gran chef. Sueñan con viajar y querían compartir con nosotros este momento del viaje, nos sentimos muy bien en su casa. También desvirtualicé a algunos colegas, con los que tuve interesantes conversaciones sobre Diseño, Software Libre y Gobierno Electrónico… los temas que más me ocupan la cabeza ultimamente. También salí a bailar un par de veces, a La Fábrica y a Belle Epoque, el primero era blancánica + cuarteto y el segundo electro pop muy onda europeo y hip hop. Muy diferentes pero muy bien.
También pasé un día en Villa Carlos Paz, un tímido reencuentro con las sierras, que finalmente no visité como quería. Me gusta Córdoba por su vida cultural, pero no deja de abrumarme su tamaño de ciudad.


Tuve un encuentro inesperado cuando caminaba por la cañada (al lado del río, en medio de la ciudad) y un grupo de gendarmes bajó rápidamente de una camioneta tirando tiros al aire, espantando a todas las personas que estaban en la plaza detrás de la municipalidad, por lo que ví estaban charlando, jugando al fútbol y haciendo skate, nada que mereciera tirar tiros. Nos asustamos y corrimos, pero no pasó nada grave.

Visité el museo antropológico, está en el centro de la ciudad, ocupa una casa que perteneció a una familia adinerada, pero conserva sólo un par de las habitaciones originales, el resto son grandes superficies de cemento alisado.
 El minimalismo en arquitectura no me convence, lo veo como opresivo. Lo primero que miré fueron unos libros, uno tenía en la tapa la palabra «vallle» (con tres eles), en una de las primeras salas decía que los humanos «colonizaron» una determinada zona hace 10.000 años. A mi me resulta muy contradictorio el uso de esa palabra, porque los únicos que colonizaron algo fueron los españoles que vinieron detrás de Colón, con sus colonos en sus colonias. Los indios ocupan, llegan, se asientan, pero no colonizan. Entiendo que se intente simplificar el lenguaje para llegar a mayor público, pero leer esa palabra ahí me hizo pensar que los reinos precolombinos eran igual de despiadados y violentos que los españoles.

El discurso de que los pueblos originarios vivían en paz y armonía hasta que llegaron los malvados españoles crea una división muy conveniente hoy en día, en que los pueblos luchan contra el avance del capital sobre los recursos naturales y luchan para preservar sus formas de vida tradicionales frente al Pensamiento Único Global que se está imponiendo hace tiempo.

También visité una celebración del Día de la Pachamama en el Instituto de Culturas Aborígenes de Córdoba. Este lugar dicta cursos sobre idiomas, cultura, historia y música, tanto para integrantes de los pueblos que quieran formarse como para «blancos» comprometidos. En la ceremonia se hace una ofrenda a la pacha, cada uno deja algo para ella en un pozo, se deja lo que no queremos que nos falte durante el año, como cultivos, dinero, ropa o cosas simbólicas. Yo dejé un sahumerio, es algo que me ayuda a recuperar el eje cuando me siento perdido, lo que no quiero que me falte este año es la claridad. Luego se tapa el pozo con tierra y se quema tabaco, se le da de fumar a la pacha. Me llamó la atención el uso de cigarrillos comprados, pero entiendo que no es un festejo anticapitalista del autocultivo, sino una representación tradicional que se puede valer pragmáticamente de lo que esté a la mano.