Los últimos festivales en Barcelona
El festival de teatro en la calle de Viladecans fué una decepción total, las obras eran todas infantiles, y de esas que sólo un niño vería, también había un personaje raro trepándose a los balcones e invitando a las viejitas a saludar, lo único interesante que vimos fué un dragón mecánico, del que tengo muchas fotos y un video. El dragón llevaba dos titiriteros, uno que movía el carrito y otro que animaba al dragón, cuyos movimientos involucraban a sus traseras patas y delanteras, su cabeza, las alas, los párpados y además tiraba humo. Los chicos que lo manejaban llevaban ropa blanca con bordados futuristas, también habia una chica vestida así que tocaba el acordeón y hacía dormir al dragón en su regazo, para luego pedirle a todos los nenes que griten y el dragón se despertaba echando humo… también infantil pero lindo espectáculo.
El GREC es la cosa más grande de Bacelona, son muchísimas actividades culturales durante un mes y medio, yo sólo fuí a una: el Montjuïc de Nit, 13 escenarios con representantes de los festivales de música más importantes de Barcelona, fué increíble recorrer todo el monte arriba y abajo durante la noche, estaba con Dafna y Natasha, una chica brasilera descendiente de japoneses, vimos a un negro brasilero cantando en catalán algo que parecía bossa pop, no nos gustó mucho, después vimos un documental sobre Zaire 74, un festival de música increíble que reunió a los representantes de la música negra de Estados Unidos con los músicos de África, en una escena del documental alguien decía que los negros fueron llevados a Estados Unidos, habían tomado un camino evolutivo diferente que los negros que se quedaron, y que ahora se estaban reencontrando. Otra persona, también afroamericana, decía que para él los negros eran como un pueblo abandonado en el desierto, sabiendo que tenían una casa, pero que no sabían cómo llegar. Lo que me impresionó de ellos es que tenían claro su rol en la historia, tenían cientos de años de historia a cuestas en ese momento y estaban jugando una carta, entonces pensé que yo no me considero parte de un pueblo ni de un movimiento, que no me identifico con los judíos que pasaron 40 años en el desierto ni con los comerciantes criollos que se separaron de españa ni con los pobres que escapaban de la primera guerra en Europa, no sé, ni siquiera conozco bien las historias y me queda claro que la historia es una parte indispensable de la identidad, que no puede ser todo abstracto, ni todo puede ser una decisión arbitraria tomada por uno mismo… aunque sea necesaria, en este caso, una decisión mía de hacerme cargo de esa historia en algún momento.
La partida de Barcelona
El festival del Montjuïc, que significa Monte de los Judíos, terminó a las dos y pico, entonces me volví a casa para preparar la valija. Me pasó algo feo en ese momento, escuché unos gritos en la calle (todo el tiempo se escuchan cosas, son demasiadas casas todas pegadas y una ciudad con mucha vida había árabe y a una gordita italiana discutiendo, escuché que ella decía «just give me the money, ok?» (sólo dame el dinero) con una voz llorosa, él le decía cosas agresivas, hasta que finalmente accedió a darle el dinero, pero después le seguía hablando, y ella se ponía cada vez más nerviosa, habían seguido caminando, alejándose de mi ventana, y ahí fué cuando vi a un negro con cinturón de oro que también la miraba a ella con expresión amenazante, yo cerré la ventana y me puse nervioso, seguía escuchando los gritos de ella desde la esquina. Me pegué una ducha y terminé la valija, puse las sábanas a lavar (pero hacían mucho ruido, asi que paré el lavarropas) y me fuí, al salir primero me fijé que no estuviera el negro esperándome en la puerta. Estaba totalmente paranóico, y quizás por eso me olvidé el DNI y algo de plata en el departamento.
Tomé el metro hasta Passeig de Grácia y busqué la cominación con la Línea 2 Nord que me llevaba al aeropuerto, yo sabía que 5:28 pasaba el tren, pero tuve que dar tantas vueltas en esa estación para encontrar el tren que creí que no llegaba. Los billetes de metro que tenía no me autorizaban a combinar con el tren, así que tuve que comprar un billete de 3 euros para tomar el tren (es así: si comprás 10 viajes en subte, el tren es gratis, pero si comprás uno sólo, el tren es aparte), pero bueno, finalmente llegué al tren y después tomé el bus interno del aeropuerto hasta la terminal 1, que es la nueva (irónicamente la vieja es la 2) y fuí al mostrador de vueling, donde tuve que esperar a unas turistas italianas que no querían pagar 310 euros de sobrepeso. En el avión dormí un rato.
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