Hay dolor y alegría
siempre que un barco
llega a una isla
y también cuando se va.
En un par de meses me voy a vivir a México. Méjico diría yo. Son tantas las diferencias que no nos ponemos de acuerdo ni en cómo escribir el nombre del país. Y son tantas las similitudes, que creo que irme será una continuidad en mi vida más que una ruptura.
Aunque no vea los mismos lugares y las mismas personas, seguiré ansiando que el mundo se transforme de la misma manera.
Aunque no comparta todas las referencias culturales con mis vecinos, la historia del continente nos define a todos.
Aunque no entenderé los conflictos locales con la misma precisión, sabré con igual claridad de qué lado pararme.
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