Jujuy tiene un paisaje especial, aunque aparentemente la altura no me sienta muy bien. Caminé por montañas, valles y quebradas. Conocí la famosa quebrada de Humahuaca, fué muy divertido, aunque un poco peligroso, subir la montaña por donde no era y aún me duele un poco el metatarsiano, pero bueno, si me cuidara tanto no me hubiera ido de viaje, no?
Estos pueblitos son adorables, sobre todo Purmamarca, es la postal del norte. Algo interesante, por ejemplo es que los ladrillos para las casas las hacen con la misma tierra. Vi un grupo de personas trabajando en una especie de minga en la que hacían ladrillos pisando el barro y luego poniendo en cajas de madera hasta que se secaran. Casi todas las casas tienen una pila de ladrillo en la puerta, como si hicieran de más para refacciones.
En Cafayate estuve en un hostel hermoso, lo de chichí, era una casa con muchas habitaciones a un costado y muchas plantas, frutales, un viñedo y una fogatita para la noche. Noches largas charlando con todos los otros residentes, un clima de lujo.
Probé el vino mistela, un vino dulce, me gustó tanto que compré una botella. Pero el de la botella era feo. Maldición.
Desde Tafí del Valle quise ir al lago de El Mollar pero luego de caminar como una hora entre vacas y caballos, llegué a un cerco que me impidió seguir, tuve que volver subiendo, fueron como 7 kilómetros sin parar. Al día siguiente si pude llegar, pero salvo unos menhires (piedras talladas de 2500 de antiguedad) el pueblo era poco interesante y el lago era una represa sucia nomás. También fuí a un centro cultural de acá, toqué percusión, cosa que siempre me divierte mucho, el zurdo, el guiro, el shekere y un par de yembés. Jugamos un fulbito y saltamos a la soga con la gente de acá, divertidísimo!