Miércoles 29, 13hs, como unos garbanzos con arroz que me preparó un amigo en mi casa, voy a Banfield a saludar a mi abuela por su cumpleaños, voy a Ezeiza y tomo un avión a Lima, luego otro avión a Bogotá, donde esperaba tomar un taxi para ir a un hotel, pero me sorprendieron mis amigos esperándome en el aeropuerto con un taxi para ir a la estación de micros, tomamos uno que tardó 13hs en llegar a Mocoa. Ahí subimos, caminando mucho por la montaña, de noche, sin linterna, sin botas adecuadas (yo, ellos si). Le dimos las mochilas y las carpas a una yegua que las llevó con paso mucho más rápido y más seguro que nosotros. Pasamos la entrada al ornoyaco, que es una cascada, y ahí nomás divisamos la maloca, que es un techo cónico que se proyecta hacia el cielo, ahí se hacen las ceremonias.
Más atrás hay una casa en construcción, también de madera y chapa, donde había 10 carpas y ahora hay más de 20, somos unas 70 personas, incluyendo colombianos, venezolanos, italianas, suizos y argentinos. Incluyendo músicos, arquitectos, ingenieros, niños, taitas, viajeros y gente de paz.
La selva es muy generosa, nos da comida y agua, nos da belleza y paz, compartimos todo, el trabajo y el placer de mirar la noche hermosa y de pasar por los procesos de las medicinas. Al tomar el yagé o ayahuasca tenemos visiones y trances, eleva el ánimo y el espíritu, nos ayuda a entender. El tabaco o fosca nos mareamos y vomitamos por un ratito, pero luego todo es tan claro y bello. La chichaja nos deja todo el día en el piso, con gente que nos cuida y nos ayuda a ir al baño porque estamos muy mareados y descompuestos, pero luego hay una electricidad en la piel y una energía tan potente en todo, tanta fuerza y es tan fácil dar.
La cascada del ornoyaco es uno de los lugares más hermosos que vi en mi vida, si puedo agrego una foto, pero no puedo explicar mucho, tienen que conocerla, y aquí hay tanta bondad, comprensión y amor, que cualquiera puede venir cuando quiera. Durante el trance de fin de año los taitas viven arriba con sus familias, aunque normalmente viven en el pueblo y viajan por todo el país haciendo ceremonias.
Tiene una habilitación oficial para ejercer su práctica, me dijeron que de la ONU y del estado de Colombia.