Conocí tantas playas
que no las puedo contar
Mentira, son: Zahara de los Atunes, Barbate, Conil de la Frontera, Zahora, El Palmar, Caños de Meca… cada una con su peculiaridad, no hay dos pueblos iguales.
Estos son todos pueblos que están cerca de Vejer de la Frontera, que es donde estaba parando… ir a cada pueblo cuesta un euro y centavos, lo mismo que una gaseosa, es decir que es como un viaje urbano, aunque son entre 10 y 20 kilómetros de distancia.
Dicen que sólo en verano hay tantos buses a esas playas, en invierno si no tenés auto estás anclado al pueblo, en el que tampoco hay trabajo, así que… es áspera la soledad del invierno.
Conil de la Frontera
En Conil compré un libro llamado Jaque Mate, escrito por un periodista y humorista gaditano (es decir, de Cádiz) sobre los diferentes reyes de España, me encanta porque es casi dolineano el estilo, aunque un poco más irónico y directo en las críticas. Además compré «El derecho a la pereza» de un autor que se casó con una de las hijas de Marx, y otro, que venía incluído en el paquete, que son los 20 poemas de amor y una canción desesperada de Neruda, esto venía con el diario Público, que me pareció que tenía un planteo profundo (no por eso menos conservador, aunque quizás si, menos conservador) sobre los temas. Los tres libros me salieron 15 euros en total. También tuve una charla sobre reyes con la empleada de turismo de la Torre de Guzmán. Guzmán era el duque de Conil, y vivía en la torre, desde donde vigilaba y protegía el pueblo de los piratas africanos, eso fué en el año 1500. Para ella es muy posible que en el futuro este país se convierta en una república, de hecho ya lo fué, pero no funcionó. Ella dice que la historia se da de la forma en que se da y que hay momentos para cada cosa y este no es el momento de cuestionar la existencia de los reyes, aunque tampoco está a favor de investigar los crímenes de la época de Franco, mostrando como ejemplo lo mal que le fué al juez Baltasar Garzón, que fué destituído por investigar esos temas. Cuando le conté lo de los hijos de Noble, estuvo muy encontra de que les hicieran un ADN compulsivo, siendo que ellos no expresaron su voluntad de averiguar la identidad de sus padres biológicos.
La final
Ya españa-holanda había sido una fiesta increíble, pero yo no participé, ni miré el partido ni nada, pero durante los festejos saqué a pasear a Lupe, la perra, que me llevó corriendo por todo el pueblo y me mostró los festejos.
La final al vi en el bar de Emilio, un portugués, que, creyendo que yo me enojaría, me decía que yo era chileno… pero además me dijo que me parezco al Visconde de Sabugosa, un personaje de un dibujito infantil brasilero llamado Pica pau amarelo, que era el más sabio de los personajes (este de la derecha).
Entonces bien, vi la final, no me creí el gol, pero el festejo fué infernal, todos saltando en la plaza de españa, a los valdasos de agua limpios, una locura. Más tarde tuve un par de conversaciones interesantes, una con Manuel, que me dijo que era anarquista pero creía en el trabajo, que le parece un Señor el director técnico de España, por su actitud federalista, y que Maradona le parece un estúpido. Tenía puesta una remera que decía «día del orgullo friki» y había un tipo sólo en su habitación con un sable láser, manifestándose en solitario.
También hablé con Tomas, un inglés (creo) que estaba ofendido porque, siendo que la ley prohibe inscribir a tus hijos en un colegio que quede lejos de tu casa, no tiene sentido que todas las madres obturen la calle principal del pueblo cuando van a llevar y a buscar a sus hijos con los autos, sobre todo porque sumado a la tolerancia de ese hecho, la policía lo multa a él porque estaciona su furgoneta para hacer carga y descarga durante 15 minutos en la puerta de su propia casa (que es a 50 metros del colegio). También hablamos sobre la importancia que la gente le da al dinero.
El viaje
Salí de la Barca de Vejer, es decir, el pié de la montaña en el que está el pueblo, decidí bajar caminando por un camino sinuoso y tenebroso, en realidad un paisaje de puta madre, pero algunas casas abandonadas y derruídas le daban un aspecto tétrico. Bajé corriendo con la valija de 25 kilos, fué divertido pero un par de veces estuve a punto de pegarme un buen palo, de todas maneras hice bien en apurarme porque ni bien terminé de bajar apareció el bus, fuí hasta Algeciras. Durante el viaje saqué unas fotos de la costa africana que se veía claramente. Cuando llegué tuve que ir al puerto a comprar el pasaje, la tentación de ir a Marruecos fué difícil de resistir.
En un kiosko me encontré con un uruguayo que vive en Amaycha en Tucumán y viene acá a hacer temporada, no pude hablarle porque estaba apurado.
Fuí a comprar un bocadillo y el cajero del local me dijo «te deseo una sola cosa para el viaje: que no te toque un moro en el asiento de al lado», cuando le pregunté porqué, me dijo que olían mal.
Al subir al autobus hacia Valencia, lo primero que ocurre es que se me sienta un moro al lado, pero con una peculiaridad: tenía un libro de Galeano en la mano, así que tuvimos una conversación muy interesante con él y otra marroquí, pero ella de origen árabe.
Resulta que en el norte de África vivían tranquilamente los bereberes, creo que también los llaman berberiscos, y fueron dominados por los árabes, no me quedó claro si eso fué antes o después de invadir España, de hecho ellos dos no estaban de acuerdo, el bereber me decía que fueron los bereberes islamizados los que, escapándose de los árabes, empezaron a invadir España, pero que luego los árabes se aprovecharon de eso y terminaron invadiendo toda la península usando a los bereberes como carne de cañón. La de orígen árabe opinaba lo contrario, que fueron los árabes los que primero invadieron España y desde ahí llegaron al norte de áfrica… pero no tiene mucho sentido eso me parece. De todas maneras fué una conversación interesantísima, y cuando yo les contaba las historias de los pueblos nativos de américa latina, se sentían totalmente identificados con la historia.
Cuando le conté a la árabe que mis padres soy mezcla de italianos, españoles y judíos polacos me llamó «mestizo», lo que me remitió a la canción de Almendra:
Sobre la forma de ser de los andaluces
Son gente amable, abierta, humana, generosa, amigable, no encuentro más adjetivos, pero son buena gente, no tienen miedo de uno y de la necesidad que pueda plantear, están dispuestos a ayudar y a expresarse sinceramente, al menos esa es la sensación que me deja la gente que conocí y los comentarios que he escuchado. No les gusta trabajar también dicen, pero claro, porque no hace falta trabajar tanto, no?
En Vejer aparentemente se vive la mitad del año del paro (el subsidio por desempleo), que puede ser de hasta 800 euros, y la otra mitad del año del trabajo de temporada, en verano, por el turismo. Supongo que en la mayoría de los pueblos de la zona es igual, y, como ya dije, en invierno no hay autobuses.
La próxima escribo sobre Valencia.
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