Una tarde en Sevilla
En Sevilla tomo un bus en el aeropuerto que me deja a la vuelta de la terminal de autobus, guardo mi valija en la consigna, consigo un mapa y me voy a pasear. La ciudad estaba vacía y cuando llegué al río Guadalquivir flashié mal, ¡Era un lugar hermoso! Intenté tomar algo al lado del río pero todos los bares abrían a las 12, así que dí una vuelta y me compré un churro relleno con chocolate en un puestito al lado del puente, lo comí bajo la sombra de un árbol y después dormí una siesta de una horita escuchando el río. Volví a la estación de autobus pasando por la catedral y unos jardines hermosos. Tomé el micro hasta Vejer de la Frontera.
Llegada a Vejer de la Frontera
Cuando bajé del micro me estaba esperando Pablito, mi amigo de Ushuaia, con todas sus rastas al viento. Este pueblo es maravilloso, son todas casas blancas (después me enteré que si pintás de otro color te cobran multa) sobre un monte pequeño, cuando se acaba el monte se acaba el pueblo. Es un pueblo blanco como los que describe Serrat (estaría bueno poner un link al tema aca). Cuando llegué justo era día de feria, todos los vecinos comprando y vendiéndo cosas usadas y artesanías. Compré una billetera por 50 centavos de euro. Lo que me dió la pauta de que este es un pueblo especial es que en la farmacia venden flores de bach, pero no hacía falta eso, porque es todo tan increíble, la vista que hay, las construcciones de hace 1000 años, el hecho de que exista la leyenda de que un califa marroquí construyó un pueblo idéntico a este pero en marruecos para que una de sus concubinas, que era vejeriega, no extrañara su pueblo, y tantas cosas, de esas que son difíciles de explicar con miles de palabras y con miles de fotos.
Paseo por Zahara de los Atunes
Tiene lo que hasta ahora es el nombre más divertido que escuché, es un pueblo en la playa, más chico aún que Vejer, pero con más movimiento, y por eso ahí está la feria de artesanías en la que Pablo atiende un puestito. Fuimos un tramo en moto hasta la casa de Ale, que nos llevó en su camioneta hasta el pueblo, porque estos días hay mucho viento este (aca dicen «levante» directamente) y con la moto, sobre todo volver de noche, es peligroso porque perdés el control, así que esta chica nos acercó.
A penas llegué me metí al Atlántico, que no se parece mucho al de las playas de Argentina ni al de las de Brasil… de este lado parece otro océano, estaba atardeciendo así que el sol pegaba de costado y era muy lindo.
En la feria de hay 36 puestos, es bastante eso para un pueblo tan chico, y por eso parece que no venden tanto como deberían, además al ayuntamiento parece que no le cae muy simpática la feria, no pueden poner un cartel grande por ejemplo. Hoy se cortó la luz y fué todo un problema, al final se engancharon todos unos de otros, pero tiene que venir un electricista desde no se dónde a mover una perillita.
Había algunas cosas lindas en la feria, me compré una remera amarilla con unos camaleones con puntitos por €5 (sale 6, pero me hizo una rebaja).
Después estuve conectado como dos horas, sentado en una heladería en la que tomé una chocolatada Colacao, que salió €1,20.
Paseo por Barbate y Caños de Meca
Yo quería ir a El Palmar, me habían dicho que era una playa linda, pero cuando llegué al bus, ya se había ido, así que tomé el siguiente hacia Barbate, una ciudad pequeña pero especial, caminando por el casco antiguo vi a dos nenitas muy tiernas a las que les saqué fotos, una iba llorando y la otra la consolaba.
La playa era muy aburrida, edificios gigantes de departamentos frente al agua y poca gente, todas familias en la playa, y en el agua NADIE. Entonces decidí ir caminando hasta Caños de Meca, por el medio del bosque, por encima de los acantilados. Pasé por la Torre del Tajo, una torre vigía del siglo XV para cuidarse de los piratas marroquíes, el camino duró dos horas y media en las cuales me crucé con una sola persona y una gran cantidad de chicharras y muchos coloridos insectos voladores (de los que tuve que correr despavorido más de una vez). Como en un momento el pantalón me empezó a molestar me lo saqué y anduve desnudo como media hora hasta que en un lugar me pareció que había gente y me lo puse, y aunque no había nadie me lo dejé puesto. Al terminar el paseo llego a Caños de Meca, un lugar muy cheto, compro dos litros de agua y me tomo la mitad en el acto, después voy al baño en un barcito y bajo a la playa nudista, me pongo en un lugar bien alejado y un tipo que tenía una férula en una mano me dice que «aquí no te molestan», no entiendo bien porqué me molestarían, pero dejo mis cosas y me voy al agua un rato, después terminé de leer mi libro y volví para Vejer.