Viajé bien.
En auto de Caballito a Ezeiza
Riendo y escuchando a Agri con madre, padre y mati
En un avión de Aerolíneas Argentinas de Ezeiza a Barajas
Al llegar al aeropuerto una chica me ofreció envolver mi valija en plástico verde, yo le pregunté si me convenía y me dijo que a veces tienen acceso a la pista «algunas personas…», yo le dije que no tenía razón para desconfiar de nadie y despaché el equipaje sólo con un candado.
Mientras esperaba que comenzara el embarque los encargados de la Puerta se la pasaron hablando por el megáfono, pidiendo por favor que no formen fila ni obstruyan el pasillo.
Yo estaba sentado leyendo «El grito» de Florencia Abbate cuando dijeron que iba a haber una demora de 20 minutos por problemas técnicos, un señor me dijo «ya empezamos…», yo le pregunté si estaba muy apurado y le sugerí que se dedicara a la lectura como estaba haciendo yo. Agarró una revista, creo que una Siglo 23, pero no llegó muy lejos.
Finalmente después embarcamos por tandas, por número de asiento y lo primero que dijeron en el avión fué que había un problema en el aeropuerto de Montevideo y que eso los había demorado. Pidieron disculpas como 5 veces por la demora. La comida fué mala pero abundante: una cena de pollo con puré chef, una ensaladita y una tortita, después un desayuno con una medialuna y una banana. Pasaron unas películas que no vi con Robin Williamsa y De Niro.
Charlé bastante con Silvia, mi compañera de asiento, es profesora de secundaria en capital federal, también fué vicerrectora, pero renunció porque la rectora tenía un discurso muy ambiguo y tanto miedo de ser sancionada por cualquier cosa que nunca se podía hacer nada. Su marido había militado en el PST al principio de los 80 y dice que no sabía dónde vivían la mayoría de sus amigos, por las dudas para que si los chupaban y los torturaban no pudieran confesar eso.
Fué gracioso cómo su historia se parecía a las del libro que estoy leyendo, aunque quizás con ser argentina y haber vivido esa época sería suficiente parecido.
Cuando bajé del avión me despedí del Silvia y no intercambiamos direcciones, ella tenía pasaporte comunitario así que hizo una cola diferente a la mía. En migraciones me preguntaron cuánto tiempo me quedaba, me pidieron mi pasaporte viejo con la entrada anterior, me pregntaron dónde me iba a alojar y cuánta plata traía. No me mostré nervioso, pero cuando me dejaron pasar festejé.
Caí como un gil. Compré un pasaje en el corte inglés ¿Me querés decir a quién se le ocurre?
Tendría que haberme acercado a los mostradores de las aerolíneas para averiguar la verdad, pero me dió fiaca caminar hasta la Terminal 4 (son como 5 cuadras) y compré lo que la chica del corte inglés me vendió.
Mientras compraba el pasaje descubrí que mi valija no tenía el candado, desesperado la abrí para comprobar que no faltara nada, y no faltaba. Quizás no hice bien en no desconfiar de nadie, pero tampoco me perjudicó, aunque voy a tener que comprar otro candado.
En un subte del Metro Madrid desde el aeropuerto a Atocha
Me tomé el subte, hice dos combinaciones y me bajé en Atocha Renfe, salí a caminar un poco por la superficie, hacía una temperatura hermosa, eran las cuatro de la tarde, pero me volví rápido para la estación porque el tren salía pronto.
En un tren de alta velocidad de AVE de Madrid a Barcelona
Subo al AVE y me siento en unos asientos comodísimos, con mesitas de madera revatibles hasta la mitad (difícil de explicar), pasaron una película que no miré, porque el paisaje de Castilla y de Aragón es hermoso.
Me puse a charlar con Noelia, mi compañera de asiento, que es celíaca y aboga por el «derecho a comer» y la «accesibilidad gastronómica». Me contó que el 30% de los europeos tienen predisposición genética para ser celíacos, pero sólo el 1% desarrolla la enfermedad, pero a medida que va empeorando la calida de la alimentación y del sistema inmune, ese número va a ir aumentando. Quedé en enviarle mi canción sobre celíacos: Algo con trigo
Ella se bajó en Zaragoza y luego subieron unos chicos de mi edad que se pusieron a jugar a la podrida (o las basas) con cartas españolas, nadie sabía jugar así que explicaron el juego a los gritos, eran 6 los que jugaban (los dos de enfrente mío y los 4 del otro lado), a pesar de ellos pude dormir un poco.
En un metro del Transporte Metropolitano de Barcelona desde Estación Sants hasta Liceu
Bajé del subte y empecé a caminar con total convicción por la rambla, confiado de que ya había estado ahí y no me podía perder. De repente veo un local gigante del corte inglés y una avenida que interrumpe la rambla… ahí noté que había caminado como 5 cuadras en la dirección opuesta. Mientras caminaba vi un grupo de chicas con una rosa roja en la oreja que gritaban algo como «piriquití» y giraban alrededor de otra, que estaba vestida toda de rojo, bailaba y hacía sonar las castañuelas. En la rambla pasa todo a la vez, pasaron muchas cosas pero ninguna otra relevante.
Finalmente encontré el camino, paseé un poco por el barrio y me encontré con el Tartu que estaba en su balcón hablando por teléfono, entré y saludé a Tirsa, a Gladys y a otra chica que no recuerdo el nombre, que viven en esta misma casa. Sólo hablé con Tirsa, que nació aquí en Barcelona, estudia periodismo y da clases de apoyo y otras cosas asi, está con el Tartu hace como un año y a fin de mes se van juntos a Grecia.
La casa
Ya conocía la casa del tartu, es en una calle que tiene una sola esquina, del otro lado cambia de nombre antes de la esquina, en el primer piso, o «principal» como se le dice aca, es un departamento largo, dividido en dos, con algunas habitaciones al fondo cerca de la cocina y otra adelante, contra la calle, donde duerme él. A mi me hizo lugar en una especie de hueco elevado al que hay que llegar con una escalera de pintor, luego pisar una caja con vinilos y dar un saltito, es precario pero divertido, yo lo llamo «buhardilla», aunque quizás no sea el mejor término.
La noche loca
Hace un rato salimos a pasear, lo más interesante que pasó fue en la plaza real, a 100 metros de la casa. Un tipo se nos acercó a hablar, tenía pelo largo negro con algunas canas, short de baño muy colorido y botas de lluvia. Nos dijo que en 2011 va a empezar a desaparecer el dinero hasta que en 2015 no exista más el papel moneda, que España va a tener crisis cíclicas como Argentina, cada 8 años y van a durar 2 años cada una. Como con el dinero electrónico va a existir registro de todas las transacciones, por lo tanto las compras ilegales (como la droga) se van a oficializar y serán las grandes corporaciones las que se beneficien del negocio. También nos contó que leyó más de 4000 libros, que pasó de leer palabra por palabra a leer oración por oración a leer párrafo por párrafo a leer página por página… y ahí se asustó, porque empezó a dudar de su capacidad para retener información leída tan rápido, entonces dejó de leer y hace 6 años que no lee, pero ahora inventa sus propias ideas, como esas que nos contó y otras que no tuvo tiempo porque sus colegas se iban a otra plaza donde había música y nosotros nos quedamos ahí.
Caminamos un rato más y volvimos. Ahora estoy en la buhardilla escribiendo esto.
Mañana si me levanto a horario voy a la playa temprano, al mediodía vamos a comer con un amigo del tartu y ver si podemos arreglar una mac que él tiene. A la noche me dijo de ir a un lugar donde leen cuentos y después tocan jazz.