Luego de un viaje muy bizarro, que duró 26 horas e incluyó argentinos ingresados como turistas a argentina, híbridos entre pan y medialuna, frutas mal teñidas, negros mal vestidos, ratablanca en el subte y niñas dark mangueando, llegué a Paterna (un pueblo cercano a Valencia, España) ayer a las 11 y pico de la noche.
Hoy me enteré que este 3 de Enero hay una reunión de Cadius (la lista de usabilidad) en Barcelona y creo que voy a ir. Hablé con el Tartufo, mi amigo de esa ciudad, y todo parece posible.
Ayer en Madrid estuve 3 horas recorriendo la zona de la estación de buses Mendez Álvaro (¡Tardé 20 horas en llegar de Mendez de Ándes a Mendez Álvaro!), fuí al planetario y al parque Tierno Galván, que es muy grande, espacioso, áspero y solitario.
Hoy tuve tiempo de salir a recorrer los campos de naranjas (e ilegalmente robar una) con mi novia y conocer un poco el pueblo de Paterna: tiene unas calles muy rebuscadas que dan vueltas suben y bajan, pero todas llevan mas o menos al mismo lugar. El ayuntamiento (la municipalidad del pueblo), que un edificio antiguo con un trencito de neon colgado de una ventana, está muy cerca de todo, por ejemplo, está a 4 cuadras de esta casa.
La casa en la que estamos tiene más de 100 años y una entrada impresionante, decorada con mosaicos hermosos y una puerta de madera muy pesada. Caminar por el pueblito es realmente impresionante, hay una sensación de que todo es muy añejo y pesado, y sin embargo todos tienen celular, coches nuevos y todo está reluciente.
Ya entregué todos los regalos que traía, a excepción del kilo de dulce de leche Chimbote que traje para Ilán y que le daré cuando lleguemos a París.
Ahora mejor la corto porque ya están por llegar los invitados para la cena de año nuevo, creo que vamos a ser todos argentinos.